El lado humano del periodismo profundo.
La siempre compleja interacción entre el reportero y la fuente –ese personaje clave que hace posible llegar a la verdad en una investigación periodística– es el tema abordado por una reciente publicación de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
El corazón de este libro [PDF] son las anécdotas compartidas por reporteros investigativos en siete países, quienes –entrevistados por separado y en tono casi de confidencia–se abren para relatar las dudas, dilemas y conflictos que afrontan en su labor periodística, el sentido de la decisión que asumieron en cada ocasión y el aprendizaje que les dejó.
Concebido con los estudiantes de periodismo en mente, este texto resulta accesible a todo público debido a lo cuidado de su redacción (con la posible excepción de algunos regionalismos), por lo cual la lectura deviene en forma ágil.
Así, el lector podrá echar un vistazo a los “secretos profesionales” de los mexicanos Alexandra Xanic, Daniel Lizárraga, Marcela Turati y Mely Arellano; de los colombianos Carlos Eduardo Huertas, Gerardo Reyes, Ignacio Gómez y Jorge Cardona; de las chilenas Carola Fuentes y Francisca Skoknic; de los argentinos Daniel Santoro y Hugo Alconada; de las venezolanas Emilia Díaz-Struck y Luz Mely Reyes; de los peruanos Edmundo Cruz, Gustavo Gorriti y Milagros Salazar, y de los españoles Eva Belmonte y Gustavo Villarrubia. En el análisis participa Javier Darío Restrepo, director del Consultorio Ético de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
La lista anteriormente descrita está integrada por reporteros y editores que han participado (generalmente como parte de un equipo) en investigaciones periodísticas de impacto que abordaron corrupción estatal y corporativa, el tráfico de influencias, las desapariciones forzadas, los feminicidios y el narcotráfico entre otros temas «tan urgentes y arriesgados» en la opinión de Hernán P. Floríndez, autor del prólogo.
En algún momento de la investigación periodística, pero particularmente en la interacción con otras personas, afloran las situaciones que cuestionan la ética del reportero y su compromiso con la verdad: como el recibir obsequios; la práctica del pago por información; el off the record (o fuera de libreta); la amistad con las fuentes, entre otras circunstancias que pueden generar un conflicto de interés e inclusive poner en riesgo el desarrollo del trabajo.
No se trata de un manual de cómo hacer periodismo de profundidad, pues no son abordados otros aspectos como métodos de búsqueda documental (y ni siquiera provee una definición de periodismo investigativo, ni el perfil deseable del profesional de este género). El enfoque es, pues, todo lo que rodea a la entrevista confidencial definida por la autora como «un tipo de conversación que implica una secuencia de decisiones éticas y técnicas”, con la particularidad de ser complejas y delicadas.
«Han sido estudiados los métodos de trabajo, las tecnologías y sus diferentes formatos, pero poco se ha profundizado en el trato justo con nuestras fuentes«, señala la autora en un primer acercamiento al meollo de la cuestión: una relación basada en el respeto del periodista con quien le ha de proveer información crucial.
Las fuentes humanas –señala la autora– son aquellas personas que deciden involucrarse en el proceso de búsqueda de la verdad conducido por el reporteo. Y su relación es “un pacto con base en lazos de confianza”. Un punto a destacar por parte de García Téllez es que las fuentes adquieren derechos al asumir este rol, y ello implica uno esencial: recibir un trato justo por parte del periodista y, como consecuencia, el derecho a que se respeten las condiciones acordadas de confidencialidad.
Los «dilemas éticos detrás de cámaras» y que son narrados en esta obra, agrega el prologuista Floríndez, «interpelarán a nuestros conceptos y métodos (periodísticos) para que, cuando nos toque lidiar con este tipo de conflictos, sepamos los riesgos y virtudes de los caminos que escogemos».
Ahora bien, entre los puntos de vista de los reporteros entrevistados no necesariamente hay unanimidad en cómo resolver una duda o un dilema, ya que sus reacciones han sido tan disímbolas como sus personalidades. “Decidimos caso por caso… No vamos en automático”, refiere el colombiano Gerardo Reyes. Lo que sí queda claro para este periodista y el resto de sus colegas entrevistados, lo resume el peruano Marco Méndez citado por García Téllez en el sentido de que “forjar criterios es el norte, y lo logramos sobre todo con la práctica, donde la ética convive intrínsecamente con la técnica periodística”.
Debe señalarse que si bien se trata de periodistas con reconocimiento internacional al haber aportado multipremiados trabajos de investigación (el pago de sobornos de Walmart en México, La Casa Blanca, las ejecuciones extrajudiciales de universitarios peruanos en La Cantuta, etc.), algunos de ellos reconocen errores en los que incurrieron en el trato con sus fuentes y que pusieron a prueba la confianza que es una condición indispensable para esta clase de relación.
Como ejemplos de lo anterior, la mexicana Alejandra Xanic se refiere a “una lección muy fea, en la que involuntariamente maltraté a una fuente”, en tanto que el colombiano Carlos Eduardo Huertas se remite a “una situación absolutamente bochornosa” al ser confrontado por una fuente a la que le había ocultado el verdadero tema a tratar en la entrevista.
Contrariamente a lo que relatan los reporteros citados líneas arriba, el experto en ética de medios Javier Darío Restrepo recalca que el tratamiento justo de las fuentes es condición de un proceso investigativo justo, y es asimismo “la gran garantía de que se hará un buen trabajo periodístico”.
Al tiempo de recordar que el periodista no es juez (aunque haya todavía quien se asuma como tal), Restrepo recalca que todos los involucrados en el curso de una investigación periodística “son personas que yo debo presumir inocentes”, y que no se trata de ninguna concesión, sino que es una actitud que preserva la dignidad de las personas pero –sobre todo– preserva la verdad.
Otros puntos abordados en esta obra son: las tipologías de las fuentes; las locaciones para la entrevista; por qué no vender falsas expectativas a la fuente; la evaluación de riesgos para el informante; posibles usos engañosos del off the record; la entrevista como performance; la confrontación de versiones; las precauciones en las telecomunicaciones y, por último la relación del reportero y su editor y la importancia del trabajo en equipo para la verificación exhaustiva que blinde la información.
Se da un repaso a las fallas del equipo editorial de Rolling Stone en la publicación de una falsa exclusiva de una violación múltiple en un campus estadounidense, que llevó a la revista a retractarse, emitir una disculpa pública y enfrentar una demanda por difamación.
Como punto final, la autora emite un checklist de criterios para dudas, haciendo notar ni siquiera el seguirlos al pie de la letra son una garantía de que el reportero se librará de cometer errores en el desarrollo de una investigación periodística:
- Las personas que se convierten en nuestras fuentes adquieren derechos al asumir este rol. Derechos que podrían resumirse a uno solo: recibir un trato justo por parte del periodista, de manera constante.
- Este tipo de trato con nuestras fuentes da una mayor probabilidad de llegar a la verdad al final de la investigación, pues el periodista es capaz de poner a prueba su hipótesis en cada momento, procurando brindar a todas las partes las oportunidades necesarias para dar su versión o explicaciones. Se preserva, así, la dignidad de las fuentes y la verdad, como sostuvo el maestro Javier Darío Restrepo.
- Una vía para confrontarnos y comprobar si dimos un trato justo y equilibrado a nuestras fuentes, es ver si somos capaces de volver a ellas para alcanzarle lo publicado. Con mucha más razón a aquellas que formaban parte del lado investigado. Un ejercicio muy complejo, pero que otorga la sensación de haber logrado una investigación redonda. Lograrlo merece un abrazo de gol. Y ojalá podamos hacerlo más de una vez a lo largo de nuestra carrera.
Conclusión
Un texto que será de utilidad para los estudiantes de periodismo, pero a la vez atractivo para el lector común interesado en el tema.
Escribe
Bárbara Vázquez
Activa en el periodismo desde 1984
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