La proliferación de desinformación encontró un terreno fértil porque a la mayoría de los medios les preocupa más recuperar sus ganancias económicas que publicar información de calidad, dice Juan S. Larrosa
La desinformación es a la vez un desafío y un área de oportunidad en la era digital para los medios tradicionales, que están llamados a generar un periodismo de calidad fuertemente apoyado en la práctica del fact-checking o comprobación de datos.
La verificación de información es una competencia que deben perfeccionar tanto las empresas mediáticas, como los reporteros, para el mejor cumplimiento de los fines del periodismo, siendo uno de los más importantes el contribuir al ejercicio de los diálogos públicos de calidad, que es un factor esencial en toda democracia.
Estas ideas se abordaron en el panel Desinformación y crisis de credibilidad en los medios, consecuencias para la democracia, del Seminario de Periodismo de Calidad convocado por el Centro de Formación en Periodismo Digital (CFPD) con motivo de su décimo aniversario.
Los participantes fueron Mercedes Vigón, del Centro Internacional de Medios de la Florida International University; Rubén Alonso González, columnista de Milenio Jalisco y catedrático universitario, y Juan S. Larrosa de la Universidad de Guadalajara.
¿De qué estamos hablando?
La primera ponencia fue presentada por Mercedes Vigón, quien optó por cambiar el término “noticias falsas” por el de “patrañas”, y dijo que aunque los engaños han existido siempre, la diferencia actualmente es contar con un mundo digital “que permite que se propaguen a la velocidad del rayo”.
Poniendo como caso de referencia las elecciones de 2016 en los Estados Unidos, la periodista originaria de España y radicada en aquel país mostró una gráfica en la que observa la caída del consumo de noticias de medios tradicionales respecto a las “fake news”, lo que evidenció un cambio en los patrones de los usuarios.
“La gente va decidiendo dejar de escuchar estos medios y empezar a escuchar patrañas”, como resultado de un fenómeno identificado por primera vez ese año electoral en la Unión Americana, pero que ya se registra en otros países como México, donde la iniciativa Verificado 2018 identificó generadores de ese tipo de noticias falsas.
La fuerza de las “patrañas” está en el propio usuario, ya que pese a no ser reales, de alguna forma refuerzan su forma de pensar, dijo la periodista y académica. Otra modalidad de falsedad en la web social es el uso de cuentas robotizadas (bots), que son programadas para generar una “inundación de mensajes” y con ello desviar la atención u opacar algún tema de trascendencia en las redes.
En su turno al micrófono, el columnista y académico Rubén Alonso González se refirió a “campañas de intoxicación” con informaciones verosímiles, factibles o falsas, “ahora llamadas fake news gracias al vecinos del norte”, a partir de inicios del siglo XX, con el fin de inducir al error en el lector.
Agregó que la situación se ha vuelto más compleja con el advenimiento de la era digital, en la cual los medios han perdido el monopolio de las fuentes de información, entraron en crisis y se generó “un debilitamiento en la práctica periodística que influye en una pérdida de credibilidad por parte de la sociedad”.
Adicionalmente, el columnista dijo que se advierte el “ninguneo” a los medios por parte de grupos de poder político y gobiernos. Ese “desprecio” se origina de una lectura “distorsionada, incompleta, mal entendida” del periodismo, pero también porque ahora la capacidad de producir y distribuir contenidos dejó de ser un monopolio de las empresas de comunicación.
Esta situación es origen de un problema no menor, y es que “vamos a perder periodismo”, y no se trata sólo de los medios, sino con ello “lo que más perdemos es en la democracia”, porque sin contar con lecturas independientes y ajenas a los intereses del poder, “el que pierde es el que necesita la información para decidir: cada una de nosotras, cada uno de nosotros”.
El catedrático Juan S. Larrosa dijo que en esta ocasión su acercamiento sería partiendo de la credibilidad testimonial y el rol del periodista, y del conocimiento como una construcción colectiva basada mayormente en testimonios.
A manera de introducción, Larrosa propuso cuatro definiciones para posibles escenarios de lo que constituye desinformación:
- Desinformación (disinformation), que es la propagación deliberada de información falsa. Intencionadamente.
- Mal información (misinformation) que es la propagación no intencionada de información falsa.
- Propaganda, información no necesariamente falsa, pero que deliberadamente omite los distintos puntos de vista de un fenómeno y se concentra en propagar una visión unilateral sobre ese fenómeno.
- Información periodística falsa, información que deliberadamente copia las formas y formatos de la información periodística, pero que no fue producida bajo los objetivos, procesos y valores del periodismo.
Manifestando adherirse a la tendencia de dejar de utilizar el término “fake news”, como ya lo hace el Parlamento británico –por la ambigüedad y porque remite a Donald Trump, quien lo popularizó–, Larrosa dijo que las campañas de desinformación pueden tener motivos económicos como el caso de adolescentes macedonios que generaron noticias virales durante las elecciones en Estados Unidos.
Para Larrosa, el problema de la desinformación es viejísimo, pero actualmente adquiere relevancia por las condiciones propias de la era digital, en los nuevos sistemas de comunicación híbridos y fragmentados que facilitan la diseminación de información falsa. De ahí la importancia de la verificación como herramienta del trabajo informativo.
Larrosa se refirió también al caso de las elecciones en Estados Unidos, donde una parte de los medios, específicamente los dueños de las cableras, tras conocerse el resultado de quién habría de ocupar la Presidencia, apoyaron la expresión en el sentido de “Trump es muy malo para la democracia, pero es muy bueno para nuestras empresas”.
Ello pone en evidencia que en un contexto de decadencia periodística y de carencia de sistemas de comunicación públicos robustos, “la proliferación de desinformación y propaganda encontró un terreno fértil pues la mayoría de los medios, antes que publicar información de calidad les preocupa recuperar sus ganancias económicas”.
¿Qué se puede hacer?
Los tres ponentes fueron enfáticos en la práctica de la verificación de la información por parte de los medios, pero fue Mercedes Vigón quien se refirió en forma amplia en el qué hacer, empezando con la responsabilidad del propio periodista de “contener esas fabricaciones o patrañas”.
“La vacuna –contra la desinformación– es diferenciar el periodismo de calidad, de las patrañas, de los engaños, de lo que yo llamo el ruido del Internet”, dijo Vigón, que recalcó la necesidad de que, al público, también se le enseñe a diferenciar lo que vale de lo que no.
Vigón recordó que los valores tradicionales del periodismo han sido “exactitud, independencia, justicia e imparcialidad”, a los que agregó “humanidad”, transparencia y “accountability”, esto es asumir la responsabilidad de nuestras propias acciones.
Para el “chequeo informativo” que es ya un imperativo en la práctica periodística, Vigón mencionó que existen una infinidad de herramientas en línea, y presentó algunas de ellas: una, creada por Amnistía Internacional y denominada YouTube Data Viewer, para verificar videos; la búsqueda inversa que se puede hacer con Google a imágenes para detectar montajes fotográficos; Who is, para dominios y Google Earth para lugares.
Procedimientos similares a los arriba indicados se siguen para verificar contenidos de Social Media, explicó la periodista y docente, y ello debe hacerse para evitar replicar noticias falsas, por ejemplo el famoso caso del tiburón en la autopista que reaparece en cada desastre causado por huracanes.
Vigón señaló que contar con un departamento de verificación propio es una opción para medios con recursos, pero para quienes no los tienen hay la opción de apoyarse en una red comunitaria de chequeadores”: factcheck.org, fullfact.org y First Draft News, y a nivel global existe el International Fact-Checking Network que verifica a los verificadores.
El panel que pudo ser seguido por transmisión en vivo a través de YouTube, concluyó con una sesión de preguntas y respuestas.
Escribe
Bárbara Vázquez
Activa en el periodismo desde 1984
Administra el blog Muyjuarense.com | Frontera cultura
Twitter: @bvazquez4
Fotografía: Karina Alatorre