En la última década, la industria periodística ha experimentado diversas crisis, desde la caída en los ingresos por publicidad, la pérdida de empleos hasta la disminución de la credibilidad de los ciudadanos hacia los medios informativos.
Para evitar que estas circunstancias se conviertan en un caldo de cultivo para las noticias falsas, los periodistas deben “garantizar que sus textos estén contrastados a partir de fuentes fiables, documentos oficiales y resultados de investigaciones solventes”, tal como lo destacan María José Ufarte Ruiz, Lidia Peralta García y Francisco José Murcia Verdú en su artículo Fact Checking: un nuevo desafío del periodismo.
El concepto de Fact Checking o verificación de datos surgió en Estados Unidos desde principios del siglo XXI y se expandió internacionalmente como un método para confirmar y comprobar dichos y hechos, de tal forma que hoy en día existen medios que tienen sus propias unidades de verificación, con lo que también se han creado nuevas fuentes de empleo.
Por lo general, la difusión de información falsa tiene intereses particulares, que van desde el descrédito y la calumnia, hacer un periodismo deficiente, sacar un provecho partidista, mantener el poder o crear una influencia política, hasta la ganancia de dinero por medio de viralización de los contenidos, que muchas personas comparten sin que se especifique la fuente.
Claire Wardle, miembro de la oficina de First Draft en Nueva York, una organización de estrategia e investigación de una red internacional de de redacciones, universidades, plataformas y organizaciones de la sociedad civil, distingue siete tipos de desinformación.
- La sátira o parodia, la cual tiene el potencial de engañar, a pesar de que no tenga la intención de causar daño.
- El contenido engañoso para incriminar a alguien o algo.
- El contenido impostor que suplanta fuentes genuinas.
- El contenido fabricado que es 100% falso y que está diseñado para engañar y dañar.
- La conexión falsa que se crea cuando los titulares o imágenes no se corresponden con el contenido.
- Contenido genuino pero acompañado de una contextualización falsa o engañosa.
- El contenido manipulado que utiliza imágenes e información genuina para engañar.
“Cuando los mensajes son coordinados y constantes, engañan fácilmente nuestro cerebro, ya agotado. Cuando vemos múltiples mensajes sobre el mismo tema, nuestro cerebro lo usa como un atajo a la credibilidad”, señala Claire Wardle en su artículo Noticias Falsas. Es complicado.
Es por ello, que los periodistas tienen la responsabilidad de evitar aumentar el “ruido y la confusión” que genera la desinformación, ya que con la sobrecarga de noticias en las plataformas digitales, se puede influir en que nuestros lectores sean mucho menos críticos ante las imágenes, textos o videos que tienen la intención de mentir o engañar.
Para mantener una visión crítica de los datos y noticias que recibimos de forma constante, existe una serie de herramientas con las cuales los periodistas pueden verificar la información, su origen, sus fuentes y su contexto, las cuales son la base para convertirse en un fact checker o verificador de datos.
Es importante estar atentos a las señales que nos pueden ayudar a desconfiar de una información que puede ser falsa y con ello frenar su difusión descontrolada, como lo señala Juan Samaniego en su artículo TinyEye, Botometer y otras herramientas para convertirte en un ‘fact checker’.
Para ello recomienda:
- Investigar la fuente de la información, conocer su origen y que aparezca citada responsablemente.
- Leer más allá del titular y sospechar de aquellos con afirmaciones poco creíbles.
- Identificar al autor y su firma ya que es un indicativo de que la información se emite con responsabilidad.
- Los datos deben ser verificables y contener enlaces que puedan incluir otras fuentes.
- La fecha de la publicación original es importante ya que las noticias viejas suelen ser sacadas de contexto.
- Controlar los sesgos personales e ideológicos.
- Preguntar a los expertos sobre alguna sospecha, para verificar la información.
Para que los periodistas se conviertan en expertos verificadores de datos, se puede recurrir a sitios web especializados en Fact Checking que pertenecen al Internacional Fact Checking Organization (IFCO).
Las plataformas como Maldita o Newtral en España, Chequeado en Argentina, o Snopes.com o FactCheck.org de Estados Unidos, son algunos sitios especializados en rastrear información diaria en busca de noticias cuyo autor u origen no puedan ser comprobados fácilmente.
Pero además, Google cuenta con las herramientas Fact Check Explorer y Fact Check Markup Tool, la primera permite hacer una búsqueda rápida de las noticias falsas en varios idiomas y hasta se pueden buscar declaraciones entrecomilladas.
La segunda herramienta está destinada a los verificadores profesionales para que se pueda añadir información estructurada sobre un artículo de Fact Checking y con ello los motores de búsqueda reconozcan la importancia del artículo.
En Twitter las herramientas más útiles para desenmascarar a los llamados bots son twXplorer, financiada por la fundación Knight Lab y la fundación McCormick, y Botometer, desarrollada por la Universidad de Indiana en Estados Unidos.
Para verificar fotografías y videos existen herramientas como TinyEye que rastrea el origen de los sitios web donde se ha publicado una imagen; e InVID, que permite verificar el contexto de los videos de Facebook y YouTube.
En una época en donde es crucial entender el daño social que generan las noticias falsas, los periodistas deben luchar por combatir la desinformación y educar a sus lectores para que compartan solo información verificada.
Por: Christyan Estrada.
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Foto portada: Mercedes Mehling en Unsplash