El deber que en el día a día tienen los periodistas de desempeñarse con ética, responsabilidad y credibilidad, es un imperativo aún mayor durante la cobertura de catástrofes o desastres originados por huracanes, terremotos o inundaciones que devastan amplias regiones y que alteran la vida de comunidades.
Esta situación requiere de periodistas capacitados, pues se ha detectado que en el gremio no hay la suficiente sensibilidad ni conocimiento para saber cómo reaccionar ante esta clase de eventos que, por efecto de diversos factores, entre ellos el cambio climático, cada vez son más frecuentes y destructivos particularmente en América Latina y el Caribe.
El texto Pistas para narrar emergencias; periodistas que informan en zonas de desastre, editado por el Consejo de Redacción, la Fundación Konrad Adenauer Stiftung (KAS) y la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, busca llenar ese vacío.
El texto cuenta con una edición digital para descarga libre, consta de tres capítulos, cada uno integrado por un artículo de análisis a profundidad, y una historia periodística a partir del testimonio de reporteros que realizaron trabajo de campo en zonas de desastre.
El análisis conceptual corresponde a Javier Darío Restrepo con “Ética de la información sobre desastres”; Germán García Barrera con “Prepararse, asunto de periodistas”, y Dora Montero Carvajal, quien escribió “Sigue el dinero público en desastres naturales”.
En una introducción, Hubert Gehring, de KAS, recuerda que aunque la gestión de riesgos ambientales está incluida en la agenda global, no ocurre lo mismo en la agenda local. Y es esta situación la que define el rol fundamental de los periodistas y los medios de comunicación para informar, a los que compete visibilizar y contribuir al posicionamiento del tema en la agenda pública con un periodismo que, entre otras características, sea vigilante y amigo de la verdad.
Este manual, agrega la introducción, busca entregar a los profesionales un insumo clave para la comunicación. En la parte correspondiente al prólogo el editor general de la obra, Fernando-Alonso Ramírez, recalca que los periodistas deben estar preparados para informar sobre emergencias, inclusive antes de que ocurran, y recuerda que en este tipo de eventos jamás debe haber lugar a la especulación.
Un tema desarrollado por la periodista Fabiola Torres es la importancia de seguir la ruta del dinero, para saber si las ayudas prometidas por los gobiernos llegaron todas, pero también para detectar posibles actos de corrupción.
Restrepo establece que en una catástrofe el periodista está para auxiliar con su información a la población, y define esto como el más apremiante criterio ético del momento.
En función de los deberes éticos, el reportero debe comprender que está allí para prestar un servicio y para hacer un ejercicio de solidaridad, nunca motivado por el rating o el impulso a la circulación de su medio, señala el experto.
Para Restrepo, la información eficaz requerida en estas circunstancias es: sencilla, rigurosamente exacta e insistente, esto es no quitar el dedo del renglón.
Esta información que ayuda a la comunidad tiene otra dimensión crucial relacionada con el tiempo en tres dimensiones: antes, recién ocurrida y después de la catástrofe.
Restrepo define así cada fase: el antes, con información preventiva sobre los riesgos existentes en las comunidades, en base a estudios y diagnósticos de instancias oficiales o académicas; durante la catástrofe o recién ocurrida, con información técnicamente impecable y oportuna que respete la dignidad de las personas y estimule la solidaridad de terceros; y el posdesastre con el seguimiento y fiscalización de las ayudas y de su manejo, cuando el papel del periodista va más allá del registro pasivo de las acciones y programas.
Al informar sobre estas ayudas –dice el experto– el periodista puede cumplir un papel de idiota útil al servicio de una operación de propaganda.
El autor del texto que abre el segundo capítulo “Prepararse, asunto de periodistas” Germán García Barrera, es enfático al señalar que el periodismo que se dedica con rigor a reportear sobre asuntos relacionados con el conocimiento y la gestión del riesgo contribuye a salvar vidas.
El autor analiza el concepto de gestión de riesgos y las políticas nacionales e internacionales en la materia. También aporta una reflexión, a partir de otros manuales de comunicación, sobre los principios éticos que deben orientar la difusión de información, y se indican los errores más comunes de los periodistas: la exageración, la revictimización de quienes resultaron afectados, el inapropiado uso de la terminología, entorpecer la labor de los cuerpos de socorro, y acudir a fuentes con bajo nivel credibilidad o de escaso conocimiento sobre los detalles del suceso.
En el capítulo número 3, la periodista Fabiola Torres desarrolla el tema del seguimiento de las ayudas y su fiscalización.
En su texto intitulado, “Sigue el dinero público en desastres naturales”, Torres parte del hecho ya establecido por otros investigadores de que la magnitud de los desastres en América Latina y el Caribe expone un problema común en los países de la región: el ineficiente manejo del dinero público ensombrecido por prácticas corruptas o ineficientes en las acciones de prevención, en la atención de la emergencia y en el proceso de reconstrucción.
Algunos problemas que la autora resalta como recurrentes, la no oportuna ni correcta ejecución de los recursos públicos, y el abuso de declaratorias de emergencia para saltarse controles en contrataciones y adquisiciones públicas de insumos destinados a los damnificados, por ejemplo, compra de despensas con sobreprecio, que pueden involucrar actos de corrupción.
Uno de los casos analizados es el Fonden, que contempló la entrega de un fondo de reconstrucción a las personas damnificadas en México pero sin que llegara a todas, acompañado esto por la irregularidad de la clonación de las tarjetas bancarias y el desvío de millones de pesos, según una investigación del observatorio ciudadano Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.
En su texto que incluye un directorio de las instituciones relacionadas con el tema en Colombia, México y Perú para la obtención de información pública en línea, además de algunas herramientas web, Torres afirma que existen experiencias que pueden ser referentes para líneas de investigación periodística sobre el tema del manejo del dinero público destinado a la gestión de desastres naturales.
Esta visión es aún incipiente en el gremio ya que, indica la autora, es poco usual que el informador preste su atención a las causas profundas que agravan los efectos de un desastre.
Los periodistas se ocupan de los sucesos y no tanto de los procesos, pero este enfoque debe cambiar ya que los desastres se han hecho cada vez más frecuentes en la región y sus costos están creciendo, afirma tajante Fabiola Torres.
Reflexión final
Se trata de un texto que aborda algunas de las mejores prácticas que son asignatura pendiente para los medios de comunicación en Latinoamérica, particularmente en México. Se destaca asimismo el valor testimonial de la obra en las historias periodísticas incluidas en la segunda parte de cada capítulo. La bibliografía es extensa y además se incluye un glosario. Una observación es el uso de regionalismos (talanquera, trapiche, escampa, tiquetes) en un texto que puede tener lectores en toda Latinoamérica.
Escribe
Bárbara Vázquez
Activa en el periodismo desde 1984
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