La tecnología que posibilita la participación de las audiencias en el periodismo también tiene un lado oscuro, pues esas mismas herramientas digitales se utilizan para amplificar insultos, descalificaciones y amenazas contra los periodistas.
El problema es tal que uno de los principales riesgos del quehacer informativo en entornos digitales son las campañas de acoso y desprestigio contra periodistas que investigaron, verificaron y dieron a conocer información que incomoda a una persona o grupo de personas.
Precisamente ese tema es el que aborda la Guía para proteger redacciones y periodistas contra la violencia en línea (A Guide to Protecting Newsroom and Journalists Against Online Violence), publicada en inglés por la International Women’s Media Foundation (IWMF), en la que se enlistan pasos para identificar situaciones de agresión contra los periodistas así como recomendaciones para prevenir estos escenarios y actuar una vez que se presentan. La guía también comparte algunas herramientas que se han construido para tratar este tipo de problemáticas.
Nos hemos acostumbrado a la idea de que cualquier personalidad pública tiene haters, es decir, seguidores que se dedican a desaprobar e insultar sin fundamentos claros más allá de la expresión de odio. El gran problema es que los periodistas tienen una labor con la sociedad que puede verse mermada por la violencia que reciben, puesto que el miedo a ser agredido puede llevar a la autocensura.
Hay quienes piensan que basta con ignorar los malos comentarios, pero es importante considerar que no se trata solo de una figura pública que cometió un error y recibe una ola de odio repentina. Los periodistas tienen una labor constante haciendo investigaciones que incomodan a muchas personas, lo que los hace continuamente susceptibles a ataques de violencia digital.
La Guía para proteger redacciones y periodistas contra la violencia en línea comienza con la importancia de hablar sobre las agresiones que se pueden recibir en medios digitales, aclarando que para resolver esta problemática se necesita de un líder dispuesto a cuidar a sus trabajadores, además de una unidad en todo el medio, no solo el área de redacción.
En el documento se presentan una serie de instrumentos y pasos para atender el tema, cabe destacar que en cada uno de ellos incluyen una plantilla para que cualquier redacción pueda descargarla y modificarla para aplicarla con su equipo. Primero se realiza una encuesta en la cual se determina el tipo de violencia recibida, los patrones y la escala del problema. Se espera que las respuestas sean anónimas, pues así habrá mayor confianza en este primer acercamiento.
Pie de foto: La siguiente plantilla fue diseñada para recopilar datos sobre el abuso en línea en nuestra sala de redacción. Los resultados de este cuestionario se utilizarán para dar forma a nuestra política de acoso en línea.
Posteriormente, se realiza una lista de chequeo con diferentes puntos para prever que la información personal del periodista no esté expuesta a todo el público; datos como familia, dirección, fotografías o cualquier cosa considerada sensible no debe ser de fácil acceso para todos. Aunque es importante acercarse y escuchar a las audiencias a través de las redes sociales, esta apertura debe conseguirse sin comprometer la integridad del comunicador.
Finalmente, se plantea una evaluación de riesgos para tomarla al momento en que un periodista está por cubrir una historia. Este documento permite prever los factores que podrían ser contraproducentes a futuro, ya sea la información que da el comunicador a sus fuentes o las huellas que deja sobre datos sensibles. Junto a lo anterior es necesario implementar una escala de violencia para saber los pasos a seguir, ya que no es lo mismo recibir insultos de un fanático político a ser objetivo de una campaña orquestada. De esta manera se puede definir a qué autoridad dirigirse y cómo proceder con las investigaciones en curso.
Todos los documentos anteriores conforman la guía que cada medio debe adaptar a sus necesidades. Lo normal es que las herramientas se actualicen según sea pertinente, de ahí la importancia de que exista un miembro del equipo comprometido a darle seguimiento permanente. Toda la guía debe ser accesible para la redacción y el resto de miembros del medio, aunada a la apertura de escuchar lo que está viviendo o sufriendo cada periodista.
El trabajo realizado por la IMWF trata un tema que generaciones anteriores desatendieron bajo la idea de que el rigor periodístico debía imponerse ante cualquier adversidad, pero hoy los tiempos son diferentes y somos más vulnerables por la cantidad de información personal en internet. El gran acierto de la guía es la versatilidad con la que se construyó para permitir que los usuarios en diferentes partes del mundo puedan descargarla, modificarla y actualizarla según sus escenarios y línea editorial, ya que un grave error sería dar por hecho que la violencia solo pertenece a temas políticos, cuando en realidad se encuentra presente en cualquier tema abordado.