Desde hace más de una década, Antonio Pampliega, periodista español, se ha dedicado a cubrir conflictos de guerra. A lo largo de su trayectoría, sufrió un secuestro durante 299 días por Al Qaeda en Siria junto con otros dos compañeros, y tras su liberación, además de continuar como reportero freelance, se ha dedicado a realizar conferencias, seminarios, cursos y talleres sobre lo que implica ser corresponsal en zonas de conflicto.
Tras la experiencia vivida, Antonio Pampliega considera que sin la presencia de un periodista en las zonas de conflicto, “el mundo es mucho más opaco”, pues los reporteros de guerra “son los ojos del mundo”.
“Hoy no se sabe lo que ocurre en Yemen porque no hay periodistas sobre el terreno, Siria y Afganistán es lo mismo. Tenemos que ir para contar, para que el mundo sepa lo que estaba pasando y para que nadie tenga la cara dura de decir: yo no sabía lo que ocurría en estas zonas de conflicto”, señala Antonio Pampliega en una entrevista para el medio RT Español.
De acuerdo con la organización Reporteros Sin Fronteras, los países sumergidos en conflictos violentos son los lugares más peligrosos para los profesionales de los medios de comunicación, debido a que, en tiempos de guerra, las amenazas a las que están expuestos son más apremiantes y se vuelve primordial una información independiente, precisa y profesional.
Un reporte de la UNESCO sobre el Día Mundial de la Libertad de Prensa señala que la guerra de Iraq constituye el conflicto más mortífero para los profesionales de los medios desde la Segunda Guerra Mundial, con 137 periodistas y miembros del personal de los medios de comunicación muertos en la cobertura de guerra.
El financiamiento es otro de los temas que también deben considerar los periodistas en zonas de conflicto. Tal como lo afirma Antonio Pampliega: “viajar a la guerra es muy caro, por ejemplo, en Irak, en la toma de Mosul, un fixer (periodistas locales que durante unos días se transforman en los ojos y oídos del periodista extranjero para facilitarle entrevistas con fuentes) costaba diariamente 500 dólares, más 40 dólares del alojamiento y diez dólares de la comida”.
Son las grandes agencias internacionales y los grandes periódicos los que en mayor medida pueden costear los gastos de un corresponsal de guerra en las zonas en conflicto; sin embargo, en pocos casos existe una relación laboral que proteja los derechos del periodista o su integridad física dentro de los conflictos bélicos, ya que generalmente son contratados de forma independiente.
Teniendo en cuenta el número de retos sobre el terreno y los peligros de seguridad personal que enfrentan los corresponsales de guerra, la Organización de las Naciones Unidas por medio de la Universidad Aristóteles de Tesalónica (AUTH), a través de su Laboratorio de Periodismo de Paz (PJL), ofrece un programa de formación para periodistas sobre seguridad en zonas de guerra.
En dicho programa, los participantes analizan los problemas de informar sobre guerras y crisis, la naturaleza evolutiva del periodismo de guerra, el derecho de los conflictos armados, la seguridad sobre el terreno, la seguridad de los datos, las epidemias y la gestión del estrés.
En América Latina, el Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz (CAECOPAZ) ofrece dentro de su oferta académica cursos para periodistas en zonas hostiles.
Santiago Fourcade, periodista argentino y ex corresponsal de guerra ahora radicado en Monterrey, Nuevo León, recuerda su experiencia en el curso del CAECOPAZ, en una charla con el YouTuber Roberto Martínez.
“En la mañana estás estudiando encerrado en un una base militar y cuando sales del curso vas caminando y explota un auto. Es un curso muy intensivo con gente que ha cubierto guerras. Por ejemplo, en la noche estás durmiendo, entra un comando a tu cuarto, tiran la puerta abajo, te encapuchan y te tiran a un pozo”.
En dicho curso, el periodista argentino afirma que los entrenadores “miden tu parte psicológica, ya que hay gente que pierde el control”, y a pesar de que todos saben que es un taller, hay periodistas que “se ponen a llorar” y reconocen que no serían capaces de cubrir zonas de conflicto.
Con 25 años de edad y después de haber tomado el curso para periodistas en zonas hostiles, Santiago Fourcade viajó a Irak para cubrir la guerra y afirma que fue ahí donde descubrió su pasión por el periodismo.
“Me fui dando cuenta primero de que me había gustado y segundo, de que no hay nada mejor para mí y para el ser humano que ponerse a prueba constantemente, ver cómo puedes trabajar y cómo puedes mejorar como persona”.
Como nadie va a la “guerra sin armas”, existen además de los cursos presenciales, una serie de manuales y recursos diversos para quienes buscan convertirse en corresponsales de territorios hostiles y zonas en conflicto.
El Manual de Reporteros Sin Fronteras, publicado el 15 de diciembre de 2015, comprende consejos prácticos para trabajar en todo tipo de contextos que puedan afectar a la integridad física y psicológica del periodista; desde la línea de fuego en áreas de guerra, hasta la cobertura sobre el terreno de epidemias y desastres naturales.
Algunos de los consejos que establecen los manuales para los corresponsales de guerra son:
- Establecer puntos claros de contacto con los redactores, los colegas y amigos o integrantes de su familia.
- Los contactos en el terreno deben saber cómo localizar a los integrantes de su familia y editores.
- Los periodistas que aspiran a viajar junto con las unidades militares deben hacer contactos y arreglos antes de partir.
- Elegir un hotel pequeño o un alojamiento privado le permite guardar un perfil más bajo y ofrece mayor oportunidad de realizar su cobertura.
- Evite los cuartos con balcones o ventanas por donde puedan ingresar intrusos y planear rutas de escape o salidas de emergencias.
- El entrenamiento de seguridad recomendado o el equipo como chaleco antibalas se debe obtener por adelantado.
- Los periodistas deben cerciorarse de que tengan acceso a dinero en efectivo, sean dólares o euros.
- El pasaporte debe tener por lo menos seis meses antes de la expiración y suficientes páginas en blanco para los estampillados de visas, las cuales deben estar actualizadas.
Al igual que el argentino Santiago Fourcade, el periodista español Antonio Pampliega, tenía también 25 años, de edad, cuando viajó a una zona de conflicto para convertirse en corresponsal de guerra, donde después de ser libertado por sus captores de Al Qaeda, afirma que sus colegas “no nacen, se hacen” sobre el terreno, “ya que da igual que seas el mejor en clase, tienes que estar allí para vivirlo y sentirlo y ver si quieres hacerlo o no quieres hacerlo”.
Por: Christyan Estrada
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Foto de portada: The U.S. Army on Visualhunt.com
