En plena Segunda Guerra Mundial, Alan Turing y su equipo, fueron reclutados por la inteligencia británica para tratar de vencer a la poderosa máquina Enigma. Con la estética de una máquina de escribir, el ejército de Hitler la utilizaba para encriptar sus mensajes y ataques durante la guerra. Enigma cambiaba su configuración diariamente y su mecanismo, formado por varios rotores modificables, ofrecía 159 trillones de combinaciones posibles cada 24 horas. Diez hombres trabajando durante todo el día hubiesen tardado 20 millones de años en dar con la clave. Turing, padre de la computación actual, tuvo claro que la única forma posible de vencer a una máquina era con otra. Por eso creó a Christopher; la primera máquina denominada Bombe, capaz de descifrar todos los códigos encriptados por Enigma.