Publica UNAM compendio de papers sobre prácticas en la red
Tomando como base una investigación centrada en jóvenes cinco años antes, en 2018 fue emitido el ebook intitulado Prácticas comunicativas en entornos digitales, bajo la coordinación de Delia Crovi Druetta, docente de la Universidad Nacional Autónoma de México, institución a cargo de la publicación.
El volumen de 235 páginas, consta de una decena de papers divididos en dos partes: los cinco primeros están basados en el Proyecto SEP-CONACYT CB2012/178329 denominado Jóvenes y cultura digital | Nuevos escenarios de interacción social, y los cinco restantes abordan prácticas emergentes en la interacción en redes sociales (destacadamente los memes como mensajes de discriminación y los videojuegos en red).
Esta obra va en la misma línea –aunque con diferente grupo social de estudio– que Aperturas digitales | Apropiación y uso de tecnologías digitales entre grupos étnicos minorizados en México, editado el mismo año por la Universidad de Guadalajara con David Ramírez Plascencia como coordinador.
Se resalta el interés que en los tiempos recientes han generado las redes sociales por parte de la academia, aunque en México la tendencia era menor, toda vez que hay escasa producción editorial nacional (Psicología de Facebook, de Luis Felipe El-Sahili González, es uno de ellos).
La presentación o prólogo de la obra, a cargo de Crovi Druetta, señala que el proyecto base –en el que participaron universidades como la Veracruzana, la UAM y la Unison en la aplicación de 1,548 cuestionarios–, así como el libro electrónico son el resultado de experimentar un nuevo ejercicio investigativo, multidisciplinario e interinstitucional en el cual participaron antropólogos, pedagogos, psicólogos y comunicólogos (aunque hay también participación de estudiosos de la filosofía, humanidades y ciencia política). En el segundo caso, inclusive hay un capítulo con la visión técnica de la ingeniería sobre la interactividad de máquinas y personas.
Crovi Druetta, de formación periodista con especialización en Estudios Latinoamericanos, en su introducción señala que las prácticas que conforman la cultura digital están “apenas construyendo su propia historia”, y que el proyecto a su cargo tuvo dos hilos conductores: los jóvenes como usuarios preponderantes de las redes sociales (aunque no los únicos), y las propias plataformas sociales como lugar de encuentro que ofrecen inmediatez en el tiempo y supresión de distancias.
La digitalización desde lo social
El texto recalca que el proceso de digitalización no debe ser abordado sólo desde lo tecnológico, sino también desde lo social, donde puede ser el motor de cambio en lo educativo, industrial, laboral, etc., a partir de un estado de conexión permanente, que denomina el presente continuo.
Si se parte de la premisa que la generación nativa digital posee habilidades para “hilvanar” discursos provenientes de diversos dispositivos (computadora, tabletas, smartphones), entre otros, así la capacidad de integrar información dispersa, la investigación ratificó algo que es sabido en las aulas: la falta de habilidades cognitivas de los jóvenes para obtener el máximo potencial del Internet en general, y las redes sociales digitales en particular, como instancias de mediación social y, en consecuencia, se desaprovecha la oportunidad única que ofrecen los medios digitales para una comunicación dialógica, libre de fronteras geográficas y temporales.
Esto es que no sólo hay lo que se conoce como brecha digital (desigualdad en las oportunidades de acceso a las tecnologías, en lo cual tiene que ver el nivel socioeconómico de la persona), sino también una segunda brecha –la cognitiva- resultado de rezagos educativos y culturales que atraviesan “muchas capas de la sociedad”.
Más conclusiones del estudio que realmente no sorprenden: que las interacciones de los jóvenes en el ciberespacio generalmente no se reflejan en el espacio físico (rara vez asumen un activismo), ya que “en general se decantan por la comodidad de la expresión virtual”.
Aunque las políticas públicas en México han representado esfuerzos para abatir esta brecha digital, se indica que sólo se han ocupado de la primera de tres etapas del proceso de digitalización para el cambio social –el acceso, universal, una meta aún incumplida–, sin estudiar las otras dos que son el uso y la apropiación de las tecnologías, así como la cuestión referente al género. Esto es producto de una postura tecnodeterminista en los gobiernos nacionales de la región, añade.
Se indica el papel crucial que tienen los sistemas educativos –particularmente las universidades– para impulsar el desarrollo de las habilidades tanto digitales como cognitivas, y en estas últimas se incluyen competencias de comunicación en forma oral, escrita e inclusive gráfica, con el fin de que existan individuos que construyan una sociedad de la información y el conocimiento.
Por lo que se refiere al uso que los jóvenes dan a las redes (Facebook, Twitter, etc.), los hallazgos reportados son conocidos de antemano: son un medio para socializar, para desarrollar conversaciones amigables en línea, repetir y dar like a contenidos de otros (son, ante todo, “repetidores”), como resultado, posiblemente, de una educación deficiente que no enseña a expresar, reclamar o argumentar. En cuanto a temáticas, tampoco: rechazan la política y la religión, y prefieren las actividades de ocio y entretenimiento en igual proporción a sus obligaciones de estudio (bueno, eso dicen).
La investigación propone una clasificación de los jóvenes cibernautas, en base en diferentes niveles de interacción: 1) discreto (sólo visualiza contenidos); 2) selectivo (visualiza un mensaje y lo traslada); 3) enlace (modifica un contenido y lo traslada), y 4) comunicativo (crea contenidos).
Según las respuestas que los jóvenes aportaron en el cuestionario que les fue aplicado, la mayoría de los jóvenes se ubican en el nivel de enlace (modelo difusionista), lo que indica la necesidad del desarrollo de sujetos formados para interpretar, jerarquizar y reflexionar en torno a los insumos informativos para que dejen de ser “reproductores de contenidos ajenos”.
Las conclusiones recalcan lo errada de la premisa de las políticas públicas que asumen a los jóvenes como “conectivos” y como generadores permanentes de contenidos en la red, cuando que realmente “participan más repitiendo que creando y lo hacen sin sentirse seguros de formar parte de una cultura digital”, en una suerte de “placebo de participación”, y acotado a un “círculo de amigos like o reales”. Como resultado, ejercen lo opuesto a la interacción, que es la serialidad (cualquier actividad compartida que no genera reciprocidad).
La comunicación es lo que hace posible la mutua comprensión y el entendimiento. Y en mundo digital lo es el inglés. Una investigación derivada del proyecto base analizó las habilidades declaradas por estudiantes universitarios en cuanto al dominio de este idioma preponderante tanto en la web como en las redes sociales y a la vez lengua hegemónica para el manejo del software y también para la cibernavegación toda vez que en ella se expresan casi la mitad de los contenidos que circulan a nivel global.
Al respecto, se señala la urgencia que las universidades promuevan en sus estudiantes el dominio necesario de este idioma para aprovechar el potencial de la tecnología, pero también el inglés como herramienta de acceso a la información, toda vez que la mayor parte de los usuarios se ubican en los niveles básico e intermedio. La muestra para este dato se obtuvo de la matrícula de la Universidad de Sonora.
Otros temas
Un capítulo es dedicado al análisis de los memes como recurso expresivo de discriminación cultural contra personas que gustan de los géneros musicales conocido como banda y reggaetón, y también el racismo en contra de los pueblos originarios (y el color de piel). Este papel lleva el sugerente título de Ocho de cada diez gatos prefieren El Komander. Asimismo es citado el episodio protagonizado en 2016 por el entonces director de TV UNAM, Nicolás Alvarado, sobre sus puntos de vista en relación a la obra del recién fallecido Juan Gabriel, y que provocaron tales reacciones de indignación que llevaron a la renuncia del servidor público.
Un capítulo más analiza el fenómeno de los videos que se practican en red o que ya constituyen una red en si mismos. Entre los primeros los ejemplos estudiados van desde los conocidísimos CandyCrush y FarmVille hasta otros de menor renombre: Anniku, Vkontakte; en cuanto a los segundos, en el texto aparecen The Sims y Second Life que ofrecen la simulación de una realidad paralela para interactuar con otros.
Otras menciones son para redes sociales digitales especializadas en videojuegos: Rolbook (el Facebook para jugadores) y Twitch.
Otro capítulo analiza el surgimiento y evolución del fenómeno Anonymous como grupo cyberhacktivista trasnacional o global y su casi centenar de células en la plataforma Twitter bajo el modelo de red en malla en que todos los nodos están conectados y la capacidad comunicativa es muy alta, y asimismo como ejemplo de las denominadas Netwars (guerra en red) como un modo emergente de conflicto en diferentes niveles de la sociedad.
El volumen presenta como anexos los cuestionarios utilizados en el proyecto y diagnóstico de habilidades comunicativas digitales.
¿Y qué hay del periodismo?
Existen contadas referencias al respecto: una positiva al periodismo ciudadano como herramienta de empoderamiento individual y colectivo, y otra negativa hacia los medios de comunicación como “altavoces acríticos de mensajes prometéicos tecnodeterministas”, frase acuñada por otros investigadores (Almirón y Jarque).
Otras menciones incluyen la inclusión en la agenda mediática de la prensa mexicana de las protestas convocadas a través de las redes sociales, constituyéndose en “caja de resonancia” de las denuncias de colectivos como #YoSoy132 y las movilizaciones por los 43 normalistas del caso Ayotzinapa.
¿Para quién puede resultar útil este texto? No para el público en general. No es un texto de divulgación (pese al tema abordado), sino que es evidente que es para otros académicos de las Ciencias Sociales.
Escribe
Bárbara Vázquez
Activa en el periodismo desde 1984
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