En la actualidad, el periodismo necesita apoyo social y legitimidad para resistir la embestida de grupos de poder que buscan descalificar y minar su función social; sin embargo, también es urgente un profundo ejercicio de autocrítica de todos aquellos quienes lo ejercen.
Estas son algunas de las conclusiones que surgen al leer “Cuando aumentan las necesidades, son aún más importantes las libertades. Los desafíos para la libertad periodística de la Argentina en la era de la pandemia, las fake news y el lawfare”, un e-book de 225 páginas que el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) presentó el pasado 4 de mayo de forma virtual.
A través de 22 reflexiones de periodistas, académicos y abogados, se abordan las condiciones adversas en que se ejerce el periodismo hoy en día. El debate se centra en la libertad periodística de Argentina, pero bastan unos minutos de lectura para saber que esa problemática se repite en toda la región; amenazas que se cimbran contra la libertad de expresión, y que impactan de forma negativa en nuestras sociedades.
La crisis económica presente en los medios tiene un impacto en la labor periodística y la libertad de expresión.
Fernando J. Ruiz, presidente de Fopea, analiza aquel ejercicio periodístico cuya agenda temática está atrapada entre los poderes políticos y económicos, los círculos sociales medios y altos, y que amerita una transformación.
Los ataques contra los periodistas, y contra la actividad periodística en sí, son sistemáticos por parte de presidentes, gobernantes, autoridades, e incluso activistas; ataques que minan la credibilidad, pero, sobre todo, vulneran la libertad de expresión y el derecho a la información.
El fenómeno de las “fake news”, término retomado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y por el mandatario de Brasil, Jair Bolsonaro, que pronto se convirtió en una “muletilla confusa, engañosa y peligrosa para la libertad de expresión”, se replica por los propios periodistas que parecen ignorar que los representantes del poder la usan justo para “desacreditar y repudiar cualquier expresión” que contradiga la visión oficial de los hechos.
En ese sentido, John Reichertz, director de 100 Por Cierto y Thomson Media, recuerda que en los primeros mil 170 días del mandato de Donald Trump, éste pronunció más de 18 mil falsedades o afirmaciones engañosas. El recuento fue publicado por The Washington Post, por lo que cuestiona: “¿Quién es más creíble: Trump o lo que él llama el ‘Fake News Washington Post’?”
En tiempos de pandemia por la Covid-19, Reuters Institute de Oxford, Inglaterra, mostró que el 69 por ciento de la desinformación comentada y compartida sobre el tema fue generada por políticos, celebridades y otros personajes públicos que consiguieron, a través de sus seguidores, amplificarla.
Una noticia no puede ser falsa, por tanto no hay “fake news” hay desinformación, cuyo origen no está necesariamente en los periodistas.
Adriana Amado, doctora en Ciencias Sociales por FLACSO y presidenta de Infociudadana, advierte que cuando la política acusa a los medios de mentir y manipular, la reacción del periodismo es rechazar las acusaciones, pero “los medios no son el poder sino el escenario de disputa del poder”.
Marta Nercellas, abogada especialista en Derecho Penal, recuerda que “acallar a la prensa es una enorme tentación para cualquier poder autoritario”, y subraya que la esencia del periodismo de investigación consiste en dar a conocer asuntos relevantes de interés general “que alguien quiere mantener ocultos”.
No se puede soslayar que los medios de comunicación y las personas que laboran en ellos se han transformado en los últimos años. Por ello corresponde a los periodistas recuperar la confianza de la audiencia alejándose de la labor partidaria y generar una alianza social que apoye la libertad profesional, propone J. Ruiz.
Ahora ¿Qué pasa cuando jueces y políticos crean su propio marco legal, qué significa el lawfare y la justicia paralela? Quizá sea oportuno hacerlo más visible.
El periodismo es imprescindible para la democracia; contribuye a dar voz a sectores que no podrían hacerse escuchar de otra manera. J. Ruiz recuerda que el periodismo transporta más ideas ajenas que propias, y que la libertad profesional de los periodistas es una herramienta de transformación social.
Por ello, debaten los autores, hoy más que nunca se necesita de un ejercicio periodístico vigoroso, información veraz y completa al servicio público.
El e-book también contiene el Monitoreo de Fopea sobre casos de ataques a la libertad de expresión en Argentina durante el 2019, que refleja un aumento de 13.7 por ciento respecto a 2018. Respecto a los agresores, el 31 por ciento fue de funcionarios de los tres Poderes de gobierno; 25 por ciento, de activistas políticos, sindicales o sociales y 12 por ciento, de policías y personal de seguridad privada.
Fopea nació en 2002, y se define como un espacio de reflexión, diálogo y promoción de la calidad del periodismo, creado por un grupo de profesionales de medios de comunicación y docentes; “su misión es contribuir a mejorar la calidad del periodismo a través de la capacitación profesional, la elevación de los estándares éticos y la defensa de la libertad de expresión”.
En el e-book colaboran Hugo Alconada Mon, prosecretario de redacción de La Nación y miembro de número en la Academia Nacional de Periodismo; Roberto Gargarella, doctor en Derecho por la Universidad de Buenos Aires (UBA), profesor en la UBA y la Universidad Di Tella. Investigador del CONICET; Adriana Amado, doctora en Ciencias Sociales por FLACSO y presidenta de Infociudadana; Andrés Rosler, doctor en Derecho por la Universidad de Oxford, profesor en la Universidad de Buenos Aires y en FLACSO e investigador del CONICET; Fabián Bosoer, politólogo y periodista, editor jefe de la sección Opinión del Diario Clarín; Carlos Lauría, periodista, manager del equipo de Libertad de Expresión y Seguridad de Periodistas del Programa de Periodismo Independiente de la Fundación Open Society (OSF, por sus siglas en inglés); Ignacio Boulin, abogado, profesor universitario, LLM Universidad de Harvard y cofundador del Centro Latinoamericano de Derechos Humanos; Marta Nercellas, abogada especialista en Derecho Penal; Daniel Santoro, periodista de investigación, editor en el diario Clarín; Gustavo González, periodista y CEO de Perfil Network; Edgardo Litvinoff, periodista, prosecretario de redacción del diario La Voz del Interior, de Córdoba; John Reichertz, director de 100 Por Cierto, un proyecto de Fopea y Thomson Media para combatir la desinformación en la Argentina; Irene Benito, abogada y periodista de La Gaceta de Tucumán; José Crettaz, periodista, docente y emprendedor; Alfredo Luenzo, senador nacional por Chubut del bloque Frente de Todos, periodista, psicólogo y docente; Waldo Wolff, diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires del bloque Juntos por el Cambio, presidente de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados; María Soledad Segura, profesora de Ciencias Sociales y Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora del CONICET; Mariana Muriel Fernández, fundadora y Directora de Diario Andino, y miembro de la Comisión Directiva de Fopea; Pablo Oro, periodista y profesor de la Universidad Nacional de San Luis.
Miriam Estrada Dorantes
Periodista
@miriestra